LA CULTURA AL SERVICIO DE LA VIDA La cultura, según una de las definiciones del diccionario Espasa, sería: Resultado o efecto de cultivar los conocimientos humanos, conocimientos, que no se reducen al ejercicio intelectual de acumular información o a la distracción de los sentidos, agregamos, sino que abarcan el saber ancestral de los pueblos que les ha permitido llegar a ser lo que son. Un aspecto del proceso original de la cultura humana. El saber cultural no se limita a su expresión mercantil ya que esta incide en el comportamiento social de las poblaciones. La cultura es un proceso de descubrimiento de la naturaleza y del hombre mismo. El cultivo de las facultades del ser humano, como sinónimo del cultivo de la tierra, reclama ser productores de cultura, productores de riqueza. Y a no dudarlo, la verdadera riqueza del ser humano es su canto y su palabra, pues sin ella no existiría el mundo. No podemos pretender tener una cultura vigorosa si sus raíces se asfixian en la aridez institucional, pues la tierra que no abriga semilla útil sirve de cuna a la maleza. Cultura también es relación con la Madre Tierra, relación que yo llamaría primordial, y que en la actualidad se hace más urgente para la civilización. El planeta y todas las formas vivas en él atraviesan por una etapa acelerada de cambios profundos, que se manifiestan externamente en los cambios climáticos, pero atravesarán todas las formas culturales y sociales sobre el planeta, modificando los paradigmas económico-políticos existentes que han conducido al irreversible estado de deterioro de la vida en el planeta. Aunque están de moda las profecías, los antiguos sabios Mayas hablaron de esta época como un paso en la evolución del planeta, ya que su trayectoria por la galaxia cada 26.000 años llega a este mismo punto de inflexión, produciéndose los cambios que empezamos a sentir. Por tanto no se trata de una profecía para consumo masivo con las que los medios fomentan el miedo en las gentes, sino de un ciclo cósmico negado por el sector oficial de la ciencia que depende de las multinacionales. Actualmente ya no necesitamos demostraciones científicas para evidenciar esta realidad, pues la frecuencia de los terremotos en el planeta, los impredecibles cambios climáticos, y las modificaciones intempestivas de los patrones del agua diariamente nos lo están comprobando. Por esto un Plan Decenal de Cultura debe enfrentar esta crucial etapa histórica, dando prioridad a la preparación de la población para los desastres naturales. No olvidemos que Cali se encuentra sobre una falla geológica y que la imponente cadena montañosa de los Andes, espina de cobre que atraviesa nuestra América y patria del Cóndor y el Jaguar, son parte del cinturón de fuego del Pacífico con los volcanes más activos del planeta. Enfrentar esta situación significa adiestrar a la población para que se prepare, material, psicológica y socialmente, para la sobrevivencia y para salvar las vidas que sean posibles. La cultura desde ya debe incentivar la solidaridad pues los tiempos que vienen serán más difíciles si la solidaridad social no sea la norma. La experiencia de Haití es bastante elocuente, pues los organismos encargados de la prevención de desastres no solo han sido insuficientes, sino que existen intereses oscuros del imperio norteamericano para aprovechar estas circunstancias para someter más a nuestros pueblos. Esta campaña debe ser realizada en conjunto y coordinada con todos los sectores que conforman el Consejo Municipal de Cultura, ya que lo ideal es que sea una iniciativa de toda la Administración. No podemos pretender ser libres, si nuestras raíces son esclavas de la ignorancia, la ambición y la impotencia; si estamos enfrentados entre hermanos y nos declaramos extraños a la naturaleza y al cosmos. Por esto, una cultura sin propósito ni convicción en los procesos sociales y de la existencia, ni en la verdad de la Palabra de los Mayores, sin fe en nosotros, hijos de la Pacha Mama, de la Madre Tierra, no es tal cultura sino otra manipulación de los intereses oscuros, que desde hace siglos nos han impuesto los imaginarios perversos del miedo, el odio, la muerte y la ignorancia. Gracias. Omar Vesga Núñez. Cali, 16 de Febrero de 2010.